Wednesday, April 18, 2007

Beso de orugas de Elizabeth Neira

Beso de orugas
abrazo con púas
babas ácidas encerrando bocas caníbales
/ infinitas de grandes
grutas espectaculares, hoyos negros
/besos negros
con la lengua cavando minas antipersonales
perversidad
en llanuras carnosas
Apareamiento en baño público
mostaza en la entrepierna ardiendo
condones como papel de lija
y la pena impertinente
golpeándome la cabeza contra la puerta
Luego la derrota natural de la especie
de esta especie de sapos insaciables
en que nos hemos convertido
nosotros
los príncipes y las princesas.

Sin Título de Victoria Guerrero

I

El ojo amanece hinchado en una ciudad ajena
la poesía surge libre de toda higiene
tercamente insalubre
si fuese más limpia me sentiría mejor
la perfección se extiende como una pestilencia
por todos lados, menos por mi cuerpo, ese
que tiene la enfermedad real
en otro tiempo la poesía hubiera sido
para los días de pereza
cuidadosamente sucia como un tacho de basura
abierta a todo desorden, a todo desperdicio,
pero hoy no, hoy
todo lo que me rodea se columpia hermosamente
sobre su propia balanza, ayer y anteayer,
se reflejan como una niña asomada
a su propia sombra
solo el cuerpo se enrarece,
se haya amenazado por su propia peste,
es el triunfo engañoso de la imagen,
a través de la ciudad todas la cosas
extienden su desprecio,
sobre la terrible ceguera del ojo llagado,
y herido en su cubierta despreciable,
en su párpado pesado de carnicería,
el ojo ofrece su vergüenza y cae
sobre su propio peso,
sin embargo no es suficiente esta entrega,

II

Si hoy me desvistiera,
borrando las palabras
de un lado, clavando las otras
en mis pies, las fosas nasales
hundidas en mi propio excremento,
tal vez, me reconocería en esta imagen
que me descubre el amanecer,
cada mañana el ojo legañoso
de la imagen se justifica,
y a media luz observa su pasado,
la marea del acantilado aniquilándose
en medio de la noche,
alimentándose de nuestras sobras,
es cierto, en la necesidad no hay pudor,
párpado turbado alrededor del Parque Media Luna,
no te extingas, más bien, escupe tu amorosa
pestilencia sobre mi vientre para olvidar
pa poesía y purificarme.

El Agustino de Roxana Crisólogo

lo que yo llamo cielo y es tierra
y todas las noches ocupa un espacio distinto al de los cielos
y se extiende sobre un paño de noche elegante
y vive como las fogatas de los castillos conquistados
allá arriba
y deja escapar anillos de luz simples bocanadas de gente
innumerables miles no podría contar cuántas veces
me perdí en el cielo yo que creí que pisaba tierra
empecé a enumerar sus escalones desvanecidos
con tanta facilidad por la gente que al pisarlos
los duplica los triplica y pienso que es la velocidad
-alucinaciones de estómago vacío- de trabajo
mecánico y a tiempo completo sin vacaciones
con vacaciones -sin goce de haber-
o sólo el caos en un mundo que no es
cielo ni tierra entre tierra y cielo cielo y tierra
hay un lugar común de seres indiferenciables que bien
observo
con este cucurucho que quiere -intenta- ser mi único
microscopio o mirador oficial sin asomarme a la ventana
del micro aunque la gente grite Me ordene
cordura razón para no mirar nuevamente
verme
indefenso en un mundo que no podría domeñar solo
Ese día casi toqué el cielo
porque su olor a tierra sudada o lo que sea se impregnó
en mi chompa en mis cabellos quedó un poco del polvo abigarrado
de su alimento mi lengua también saboreó
la acidez segura de sus suburbios celestes y no dejé
de parpadear cuando quise contar cada lucecita suya
en la inmensidad -ya me estaban tragando-
Si no fuera por estos golpes
torpes ininterrumpidos de chofer por esa voz ronca de vaso vacío
(solo) que desde arriba me recordó que simplemente estaba abajo

Contra la Ausencia de Ericka Ghersi

I

Mi pequeño y cansado oso

ecos—ecos—ecos.

Así, tan lleno de I griegas
tú eres
sin locura sin temores.

Nadie entiende nunca nada
—explícamelo como si tuviera cuatro años.

Entiendes que el zapateo de un tap—tiptiptap
es más tierno que los jadeos
en sueños
inconclusos.

Madrugadas ascendentes
nos esperan
y boca abajo
NOS/OTROS
desconocidos
gritaremos
MUY ALTO
hacia el fondo marino
de tus ojos café
con leche
pan y jamonada
de ternera.

Mañanas blancas y plomas
como las chompas y medias
que uso
cuando estoy agitada.

Creo que río mucho en el frío
y las barandas de la noche
desinfectadas y con brillo
se retuercen
¡CHIRK! - ¡CHIRK! - ¡CHIRK!
lloran.
Necesitan un cuerpo tibio
duro y húmedo
plásticas mujeres que lo incendien
colorantes mujeres que sean
un mal de estómago
para su querido perro muerto

—enterrado—desenterrado—

¡Dólar!—
y la llanta atravesó
su fría y blanda panza
de elefanta embarazada—

—vio un ratón la señora, dizque vio un ratón—
corro, corro, socorro
viene un roedor y me rodea.

La espalda atravesada en tus muslos
coquetea a las huellas de un antiguo reloj
milenario bolsillo de crepé
con origamis
rosas, tulipanes y azucenas.

¡Azúzame!
Azucena
su choza techaba y
un techador que por allí
pasaba dijo
—no llores alto
tonta niña de asfalto
la carretera exige un
nuevo sol de gas
y tú
techando para cuidar la cabeza
—pronto la perderás
y tu choza
servirá para los gavilanes
aves de rapiña
que siempre
te levantaron
en sueños.