I
El ojo amanece hinchado en una ciudad ajena
la poesía surge libre de toda higiene
tercamente insalubre
si fuese más limpia me sentiría mejor
la perfección se extiende como una pestilencia
por todos lados, menos por mi cuerpo, ese
que tiene la enfermedad real
en otro tiempo la poesía hubiera sido
para los días de pereza
cuidadosamente sucia como un tacho de basura
abierta a todo desorden, a todo desperdicio,
pero hoy no, hoy
todo lo que me rodea se columpia hermosamente
sobre su propia balanza, ayer y anteayer,
se reflejan como una niña asomada
a su propia sombra
solo el cuerpo se enrarece,
se haya amenazado por su propia peste,
es el triunfo engañoso de la imagen,
a través de la ciudad todas la cosas
extienden su desprecio,
sobre la terrible ceguera del ojo llagado,
y herido en su cubierta despreciable,
en su párpado pesado de carnicería,
el ojo ofrece su vergüenza y cae
sobre su propio peso,
sin embargo no es suficiente esta entrega,
II
Si hoy me desvistiera,
borrando las palabras
de un lado, clavando las otras
en mis pies, las fosas nasales
hundidas en mi propio excremento,
tal vez, me reconocería en esta imagen
que me descubre el amanecer,
cada mañana el ojo legañoso
de la imagen se justifica,
y a media luz observa su pasado,
la marea del acantilado aniquilándose
en medio de la noche,
alimentándose de nuestras sobras,
es cierto, en la necesidad no hay pudor,
párpado turbado alrededor del Parque Media Luna,
no te extingas, más bien, escupe tu amorosa
pestilencia sobre mi vientre para olvidar
pa poesía y purificarme.
Wednesday, April 18, 2007
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1 comment:
mucha pestilencia y podredumbre
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