Wednesday, April 18, 2007

Contra la Ausencia de Ericka Ghersi

I

Mi pequeño y cansado oso

ecos—ecos—ecos.

Así, tan lleno de I griegas
tú eres
sin locura sin temores.

Nadie entiende nunca nada
—explícamelo como si tuviera cuatro años.

Entiendes que el zapateo de un tap—tiptiptap
es más tierno que los jadeos
en sueños
inconclusos.

Madrugadas ascendentes
nos esperan
y boca abajo
NOS/OTROS
desconocidos
gritaremos
MUY ALTO
hacia el fondo marino
de tus ojos café
con leche
pan y jamonada
de ternera.

Mañanas blancas y plomas
como las chompas y medias
que uso
cuando estoy agitada.

Creo que río mucho en el frío
y las barandas de la noche
desinfectadas y con brillo
se retuercen
¡CHIRK! - ¡CHIRK! - ¡CHIRK!
lloran.
Necesitan un cuerpo tibio
duro y húmedo
plásticas mujeres que lo incendien
colorantes mujeres que sean
un mal de estómago
para su querido perro muerto

—enterrado—desenterrado—

¡Dólar!—
y la llanta atravesó
su fría y blanda panza
de elefanta embarazada—

—vio un ratón la señora, dizque vio un ratón—
corro, corro, socorro
viene un roedor y me rodea.

La espalda atravesada en tus muslos
coquetea a las huellas de un antiguo reloj
milenario bolsillo de crepé
con origamis
rosas, tulipanes y azucenas.

¡Azúzame!
Azucena
su choza techaba y
un techador que por allí
pasaba dijo
—no llores alto
tonta niña de asfalto
la carretera exige un
nuevo sol de gas
y tú
techando para cuidar la cabeza
—pronto la perderás
y tu choza
servirá para los gavilanes
aves de rapiña
que siempre
te levantaron
en sueños.

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